El pasado viernes 18 de marzo fue la última Luna llena del año astral, fue en el signo de Virgo y estuvo cargada de finales, de descubrimientos y de discernimientos.  Apenas para iluminar el camino hacia un nuevo año que inició el pasado 21 de marzo.

Estamos a pocos días de la Luna Nueva en Aries, la primera del año y eso nos traerá un impulso importante para todo eso que estuvimos gestando el año pasado. Pero antes de pasar ahí, seguimos con los últimos vestigios de la luz tan poderosa que nos trajo esa Luna Llena.  Está bueno hacer unas últimas reflexiones antes de ponernos con la energía de inicio.

Virgo es un signo que nos habla de orden, de salud, de las rutinas…Pero sobre todo, en este caso, nos ayudó a vislumbrar y discernir lo que ‘sí’ y lo que ‘no’. A hacer una limpia para abrir paso al año que está empezando.

Durante las últimas dos semanas es probable que hayamos tenido mucha luz al respecto de esto y sobre todo de aquello que nos habíamos planteado durante la Luna Nueva en Virgo en Septiembre del 2021.

Estos días están llenos de la energía Piscis, aquello que soñamos toma forma porque logramos limpiar nuestras heridas y apegos, logramos mirar a nuestros miedos de frente y darnos la mano.  Entonces,  miramos el gran Oceáno conformado por nuestros sueños y saltamos a esa inmensidad, con la fe de que es posible nadar allí.

Hemos ido encontrando la entereza, sabemos que estamos conformad@s por muchas piezas, algunas nos gustan, otras no tanto, otras nos frenan, otras nos empujan, pero todas ellas ‘somos’: ‘somos todo eso’. 

Comprendemos que somos un sistema capaz de nadar en las aguas más desafiantes que nos podamos imaginar.

Estuvimos ordenando y limpiando porque los grandes sueños necesitan espacio, y en este caso es un espacio grande,  para que así  la próxima Luna Nueva prenda fuego al impulso e iniciemos un nuevo ciclo por todo lo alto.