Luna Nueva en Tauro 2025
La importancia de reconocer cuando nuestros deseos nos alejan del presente
Tauro es la energía concentrada que nos habla del mundo material en este plano en el cual existimos. Es el signo que, después del nacimiento de Aries, pone nuestra conciencia en un cuerpo físico en el plano de la existencia: un cuerpo que funciona como protección pero que además tiene necesidad de estabilidad, seguridad, alimento y refugio.
Marte en oposición a Plutón podría estarnos hablando de esa voracidad, ese impulso ambicioso que nos toma con una fuerza sin regulación para alcanzar nuestros deseos a toda costa, aunque eso implique pasar por encima del bienestar de los otros o incluso del nuestro, viviendo una constante insatisfacción, pues la mente está puesta en eso que se quiere alcanzar y no tiene.
Tauro nos recuerda la potencia energética que tiene la quietud del momento presente, por lo que las semillas de aceptación, de reconectar con la realidad y con la profunda verdad que nos relata la naturaleza de la vida, son regalos de esta energía taurina. Una de las semillas más importantes que podría estar recordándonos la energía de Tauro es cultivar la gratitud y la capacidad de sentirnos satisfechos con lo que ya tenemos, con los recursos que ya tenemos y con lo que ya somos hoy.
Tauro nos invita a recuperar el ritmo lento, a reconectar con los ritmos naturales de nuestro cuerpo, con el placer, con nuestros sentidos. Es nuestro cuerpo el gran mensajero.
Poder tener la capacidad de reconocer la belleza de “este momento”, mientras yo escribo y vos me leés, la maravilla del presente: Respira.
Ir por nuestros deseos, sin contacto interno y desconectados de la gratitud y el presente, nos produce ceguera. En cambio, el cielo nos habla de cómo necesitamos que nuestros deseos encuentren una visión más espiritual o más profunda, en contacto con aquello que va más allá de nosotr@s mism@s. No en vano, Venus, regente de Tauro, está en Piscis, junto con Saturno y el Nodo Norte.
Tenemos delante una puerta con una semilla en la que, si logramos parar y mirar hacia dentro, en esta presencia que somos, podemos pedir por tener la visión que necesitamos para materializar aquello que solo nuestra esencia puede hacer posible.
La aceptación y la rendición
La profunda aceptación de la realidad es lo más iluminador que podemos vivir como seres humanos.
Siento que una de las lecciones que nos regala Tauro es señalar la organicidad de la vida. La vida en la Tierra tiene un ritmo, un ritmo cíclico. Por eso “hay un tiempo para todo”. Podemos vivir forzando que nuestros contextos sean distintos a lo que son, y vivir desde la fuerza, o integrar la sabiduría de aprender a leer el ritmo de los contextos que vamos viviendo.
Nunca hemos escuchado a la Tierra quejarse porque es otoño; es parte de su naturaleza. Y mucho menos vamos a pretender que los árboles den frutos en otoño. Sería algo forzado.
Lo mismo pasa con aceptar de manera realista quiénes somos y cuáles son nuestros recursos, dones y talentos, de lo que también nos habla Tauro. Tampoco vemos a un árbol de manzanas queriendo dar mangos, o al revés. Cada uno de esos árboles, sin esfuerzo, simplemente con la fuerza de la vida, da los frutos que corresponden a su misión, sus dones y su propósito.
Reconocer nuestro valor propio es fundamental, porque así podemos asumir la responsabilidad del servicio que venimos a ofrecer aquí en la Tierra.
Cuando negamos la realidad, forzamos. Y cuando forzamos, crecen muros fijos entre nosotros y lo que la vida realmente tiene para darnos. En esos estados, es difícil que nazca o se desarrolle algo bello y natural.
La vida que pulsa en nuestro interior
Para tomar conciencia de nuestra alma que, como las flores, quiere desplegarse en nuestro interior, debemos mirar hacia dentro, estar interiormente en calma y abrirnos a lo que ha estado durmiendo en nuestro interior durante tanto tiempo y espera salir a la luz del día. Podría tratarse, por ejemplo, de talentos ocultos.
Navegar la incertidumbre: confiar en la vida
No se trata de una confianza infantil de “todo va a estar bien”. Se trata de aprender a leer la naturaleza, la vida, los símbolos. Supongo que por eso la astrología se ha convertido en una de mis herramientas favoritas, porque no sólo me habla de mi interior, sino que nos da explicaciones sobre el gran misterio que es la vida.
Cuando leemos el ritmo de las estaciones —primavera, verano, otoño, invierno—, en mi caso lo relaciono directamente con el ritmo que tiene mi cuerpo femenino que menstrúa todos los meses y pasa por esa ciclicidad. Si amplío la mirada, puedo llegar a una comprensión mayor en la que la vida en sí misma tiene múltiples procesos cíclicos, en los que hay un momento semilla, pasando por las cuatro estaciones hasta una muerte, que podríamos decir es el invierno.
Por eso la ciclicidad lunar y mi cuerpo han sido mis grandes aliados en mi proceso de autoconocimiento, porque no sólo se trata de conocerme, sino de aprender a leer las circunstancias o el momento del proceso en que me encuentro.
Este mes tenemos la energía que nos puede ayudar a comprender que efectivamente hay un tiempo para todo, que "los tiempos de Dios" es una frase tremendamente guía. Y cuando nos conectamos con ese ritmo natural y orgánico del presente, es más fácil confiar en la vida y atravesar la incertidumbre, porque nada en esta vida es estático; la vida y sus procesos están en una danza cíclica infinita.
Y así podemos volver a esa pieza única que somos cada un@ de nosotr@s dentro de esta gran espiral bailarina de la vida, conectar con nuestro cuerpo, con aquello que necesitamos para alcanzar estabilidad y seguridad, con la fuerza de voluntad que necesitamos para materializar una vida que esté en coherencia con nuestros valores.
Celebrando también este templo en el que habita nuestro espíritu, nuestro cuerpo, nuestro guía.